Psicoterapia – ¿solo para “enfermos”?

Peer Gynt y el “camino a casa”

Cuando Peer Gynt, la famosa figura mitológica escandinava, también conocido como el “Don Juan” del norte, finalmente y después de recorrer el mundo, retorna a su tierra natal, desembarca en las costas de su querida patria y comienza a enfilar hacia su pueblo por el único camino que recuerda de mozo, cuando dejó esas tierras.
Pero pronto se da cuenta de lo mucho que ha cambiado todo. Oscurece y le sorprende la noche fría. No obstante persiste, convencido de conocer el camino. Y tras muchas vueltas se sienta al pie de un arbol y decide probar mejor suerte al dia siguiente.

Lo que mas cuesta es admitir “estar perdido”

Si bien estamos hablando de una obra literaria, la metáfora es perfecta. Uno de los primeros síntomas de una crisis personal, que eventualmente nos lleva a buscar ayuda terapéutica es:

  • En primer lugar estar convencidos de “conocer el camino.”  
  • En segundo, persistir, a pesar que el entorno nos esté indicando lo contrario.
  • Y en tercer lugar – y es lo que más duele – admitir estar perdidos.

Esto no ocurre de la noche a la mañana. Es un proceso que puede llevar años.
En muchos casos los impedimentos de la vejez añaden más amargura e impotencia a todo.
Lo mas triste es que, en el fondo, algo nos dice que estamos errados, pero nuestro ego en su afán de seguir sosteniendo el remo, nos lleva directos a la tormenta.

Peer Gynt y el diablo

Decidido a hallar la senda acostumbrada que solía recorrer cuando era más joven, al día siguiente, Peer Gynt se topa con el diablo en persona.
El diablo, en este caso, se revela como un juez, encargado de dictar sentencia, en base la vida que ha llevado nuestro personaje. En pocas palabras le da a entender que su hora ya se acerca y que, a no ser que pueda darle un argumento consistente para dejarlo ir al cielo, se lo va a tener que llevar al infierno.
En su habitual manera de burlar y esquivar la seriedad de la vida – y por ende de la muerte – Peer le inventa excusas, lo adula y recurre a su vasto arsenal de mentiras, engaños y trucos, que lo han mantenido a flote toda una vida.
Pero el diablo le advierte que ya lo conoce muy bien y que la próxima vez que se encuentren, si no tiene algo consistente, su suerte estaría echada.

Qué simboliza el diablo   

Si tienen alguna vez la oportunidad de ver la obra de teatro “el Fausto” de J.WGoethe, háganlo.
Les dará la oportunidad de alejar de vuestras mentes a esa figura infantil del diablo como encarnación del mal. Origen de nuestras pesadillas.
Obviamente tampoco es el símbolo del amor. En realidad es el espíritu rebelde por antonomasia, y su mayor enemigo es Dios.
Pero es precisamente ese espíritu rebelde que hace el bien sin procurarlo.

“soy parte de aquella fuerza que siempre quiere el mal, pero siempre crea el bien”

Y es un elemento fundamental en la búsqueda de la verdad. Sobre todo cuando estamos perdidos.

El psicoterapeuta “lazarillo”

El que te enseña el camino a casa “mágicamente” o proporciona una solución a tus problemas sin que hayas tenido que mover un solo dedo es lo que yo llamaría el Terapeuta “lazarillo”.
Porque actúa como tal, cuando parte de la base que todos sus paciente son ciegos.
Eso crea una dependencia de por vida con el paciente, haga lo que haga y vaya a donde vaya. Sin mencionar, que implica que le importa un comino mejorar la “vista” del paciente.
En muchos casos esa es una triste realidad y una mala praxis bastante extendida.

El psicoterapeuta como Mefistófeles

El objetivo de cualquier buen terapeuta debe ser el hacer visibles aquellos aspectos del conflicto o problema que su cliente es incapaz de ver – prefiero no decir mostrar, porque ahí entra, una vez más, la parte subjetiva del terapeuta y el riesgo de convertirse en lazarillo.
Y a menudo se recurre a la figura del “contrario”, del criticón, del cuestionador, y por ende del “diablo” en sentido faustiano.
En alemán decimos que es el que sostiene el espejo en el que aparece tu verdadero ser. Tal y como ocurre en una de las escenas del Fausto.
Y muchas veces es doloroso, pero siempre y en todo momento absolutamente efectivo.

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