El verdadero significado de la ayuda psicológica.

Ver con pasión

¿Qué nos lleva a ayudar a otro?
¿Es solamente ver al otro en un aprieto?
¿Cómo se relaciona eso con uno mismo? ¿A quién tendemos a ayudar?

A quien compadecemos.
Y porque también padecemos.
Cuando sentimos compasión se activa, además, un resorte milenario en nuestro cerebro que trae a nuestra mente y ante nuestros ojos, por fracciones de segundos, nuestra propia vulnerabilidad. Como miembro de una especie en la que el individuo es fragil y el medio ambiente hostil.
El negar la ayuda al prójimo equivale a un nivel profundo, inconsciente, a negarse a sí mismo.

Supervivencia a partir del colectivo

Uno de las ventajas evolutivas del Homo Sapiens ha sido su extraordinaria habilidad social. Su maravillosa capacidad de interactuar en diferentes niveles y con mayor o menor intensidad. Su facilidad creativa que lo ha llevado a producir arte, y, con el tiempo, una cultura obedeciendo a un mandato inconsciente con el que supera en numero a cualquier adversario.
Todo eso fue un factor determinante, frente a otros contendientes evolutivos, homínidos, mejor preparados individualmente desde el punto de vista, biológico, como el Neandertal o el hombre de Cromañón.
Esa gratificación que sentimos cuando ayudamos a alguien en estado de vulnerabilidad, por lo tanto, obedece, en parte, a motivos estrictamente egoístas, a un nivel profundo.
De la misma manera, condenamos enfática y enérgicamente cuando un ser humano es abandonado.
El buen samaritano ha pasado de ser un relato bíblico a convertirse en un arquetipo.

El significado psicológico y espiritual

Sin embargo ese mismo impulso se convierte en un obstáculo, cuando queremos ayudar a otro ser humano a nivel psicológico o espiritual.
Para ese tipo de ayuda hay que dejar a un costado el instinto de supervivencia colectivo como especie, tan profundamente arraigado y enfocarse en el ser humano que está delante.
Preguntas como ¿Por qué ha llegado a dónde está? ¿Qué hizo o dejo de hacer? ¿Cuál es su historia personal? responden a otro nivel de ayuda.
Distanciarse emocionalmente hasta un cierto punto es de vital importancia si queremos ser efectivos.

Ser parte pero estar aparte (Be a part but be apart – M. Erickson)

Es un acto de equilibrista. Requiere una implicación emocional controlada, sin permitir que la emoción empañe la capacidad de ayuda, desde el punto de vista adulto. Sentir lo que está sintiendo en ese momento, independientemente de la recompensa o gratificación consciente o inconsciente que esperamos.
Ver y sentir ese dolor (pasión) ajeno y acompañarlo de una manera sanadora para ambos, conlleva a convertir la compasión común en un “con – sentir” al que ambos acceden para subsanar el motivo de su infelicidad o conflicto.
Estamos hablando de un significado diferente del término compasión.
La ayuda que un buen profesional puede ofrecer desde ese estado es mucho mayor que la que ofrece por simplemente ayudar al otro a salir de un estado de emergencia.

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