Sexo, vinculación y relación

El poder del sexo

Hoy como ayer y como hace mil años el sexo tiene un gran poder.
Está en todas partes. En la publicidad, en los medios, la política, literatura, etc.  A plena vista, solapado o disimuladamente presente. Siempre está ahí.
Algunos son más conscientes de eso, a otros les pasa desapercibido, aunque su subconsciente lo capta sin excepción y cuando de repente aparece, se sorprenden.
El sexo nos define. “¿y cómo es en la cama?” Es una de las preguntas de rigor entre amigos y amigas.
Para muchos es una “cura” de un pasado sombrío. Para no pocos es sencillamente indispensable.
Su importancia y su significado universal se extienden más allá de nuestra condición biológica como ser humano.
Los delfines, por ejemplo lo practican constantemente para aliviar frustraciones. Entre algunas especies de monos se usa para someter o simplemente como un “saludo.”
Y sin embargo, no es nada especial. Es tan esencial como respirar y tan básico como caminar.
El conflicto aflora cuando comenzamos a sobrevalorarlo, condenarlo o subestimarlo. Cuando le atribuimos características que tienen que ver con nosotros, nuestras vidas, vivencias, permisos, tradición, religión, etc.  antes que con el sexo como tal.

El “accidente” no existe

Hay quienes únicamente lo vinculan a la procreación. Ya sea por motivos religiosos u otros.   Pero la gran incógnita permanece cuando la lógica falla, o sea cuando hay acto de procreación pero no se genera vida. Engendrar una vida humana no es matemático.
¿Cómo justificamos el disfrute, el placer que lo acompaña? Que de hecho, existe.
Otros se centran únicamente en el placer que produce y se sorprenden cuando ella queda embarazada, a pesar de usar anticonceptivos.
El inconsciente tiene una y mil maneras de “salirse con la suya.”  Tanto el de él, como el de ella. El “accidente” no existe. Y es un mito, una justificación, vamos una excusa para evitar afrontar lo que dos adultos biológicamente maduros para procrear realizan consciente o inconscientemente.

¿Sólo fue sexo?

Para la generación de hoy, el sexo puede llegar a ser algo meramente mecánico. El anhelo que impulsa satisfacer un deseo aunque sea en un baño de una discoteca.
Algo que solo persevera hasta llegar a ese momento de placer orgánico único, y en realidad tan efímero.
A veces se trata de algo más elaborado, que además nos acerca psicológica y humanamente a otro ser humano. Incluso puede dar pie a una relación.
Eso de que “solo fue sexo” es una conclusión errónea, muy de moda en los tiempos que corren. Desnudarse y entregarse a otro ser humano, es un acto trascendental. Por muy embriagados que estén los dos o uno de ellos.
Minimizarlo o ignorarlo lleva, en no pocas ocasiones, a dificultades enormes de establecer una relación de pareja duradera.
Sale a luz, a más tardar, cuando después de haber acumulado un número significativo de “noches de sexo” con parejas diferentes, se es incapaz de entablar una relación permanente, que no solamente esté basada en el sexo.


“Estoy indispuesta”

Son pocas las relaciones profundas que tienen su origen a partir de una aventura de una noche.
En relaciones estables, el sexo adquiere un lugar y una función muy especial. Puede ser una recompensa mutua, un elemento conciliador, un pretexto para descargarse o convertirse en un momento de intimidad absoluta que afianza, vigoriza y fortalece la pareja. Ya no es solamente una necesidad imperiosa de satisfacer un instinto o un deseo fisiológico.
Pero puede ser tambien un elemento de poder que desequilibra la pareja. Sobre todo cuando una de las dos partes siente que su deseo no es satisfecho suficientemente – en la mayoría de los casos es el hombre quien se queja de eso – o la mujer comienza a sentir una especie de obligacion de complacer a su pareja.
El unico remedio y el mas efectivo es hablar sobre ello muy honestamente. Un gran porcentaje de historias de infidelidad e incluso de abusos sexuales en la familia tienen su origen en justamente esa situacion conflictiva.

El crecimiento en el sexo

Cada cosa tiene un tiempo de maduración. Y eso también se aplica al sexo en una pareja estable.
Muchas personas en relaciones duraderas admiten que el sexo es mejor cuanto más tiempo ha pasado. Es incluso obvio, porque el tiempo permite que ambos se exploren mutuamente, sepan lo que gusta a cada uno y aprendan a intercambiar regalos sensuales dedicados exclusivamente a cada uno de ellos.
Sin embargo nada de eso puede suceder si no desarrollamos, desde un principio una relación adecuada con el sexo, libre de ataduras morales, que en muchos casos rayan en anacronismos que recuerdan más a la edad media que al tiempo que estamos viviendo.

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