Una herramienta poderosa
Si se sabe administrar correctamente, el humor es una de las herramientas más poderosas de un psicoterapeuta.
De hecho, hay toda una corriente sumamente interesante de la psicoterapia que se cimienta en ella: la así llamada psicoterapia provocativa de su creador Frank Farelly que ha tenido y goza de gran éxito en Alemania y Europa.
Por supuesto toda destreza tiene su secreto, que radica en la práctica y dedicación incesante.
No cualquier terapeuta consigue convertir el humor en una herramienta eficaz.
La otra cara del humor
Uno de los riesgos más grandes es caer en la burla. La burla es un desafío y una provocación que busca denigrar al contrario. Si me burlo de la nariz de alguien, voy a cosechar una reacción agresiva y de dolor. Si consigo que se ría de la preocupación por el tamaño de su nariz, habré tenido éxito.
La burla puede llevar también a reprimir un miedo y con ello incrementar su poder. Si tengo miedo a volar y me burlo de ello, la sombra de lo ominoso se agranda aún más. Burlarse del monstruo debajo de la cama no lleva a que desaparezca, sino que se enoje. En vez de darle una razón para irse, lo provoco y lo insto a salir.
Dolor, humor y amor
Aceptar el dolor como parte de la vida es dar un paso hacia la madurez. Es crecer, es expandirse. Cuando estamos en condiciones de reírnos de un dolor es señal que lo hemos dejado atrás definitivamente o estamos en vías de hacerlo.
El “Leichenschmaus” una “cena de muertos” que se ofrece después del entierro de un ser querido, en países como Alemania, Austria y Suiza, entre otros, en no pocas ocasiones se convierte en un mar de risas y carcajadas, recordando las peripecias del difunto.
Un proceso terapéutico sin dolor, o que pretende erradicarlo está condenado a fracasar. Es más bien lo contrario. Cuando se consigue integrar el dolor y aceptar que es una realidad y que cada ser humano está expuesto al mismo, es cuando se crece en verdad. Pero hacerlo con humor y poder reírse en ese proceso es algo maravilloso. Tan maravilloso que finalmente expande exponencialmente nuestra capacidad de amar.